Las elecciones efervorizan, nos pone en lugares de
sensibilizaciones diferentes a las habituales, son momentos especiales en donde
afloran recuerdos y esperanzas que desnudan broncas o añoranzas pasadas y
sueños.
Por otro lado las circunstancias electorales también
exacerban posiciones y tienden a categorizar como irreconciliables cada una de
las diferencias previas y disgregar los acuerdos al punto de localizar una
nueva distancia. Visto así, no parece el mejor momento para debatir políticas
de estado sino que más bien es un panorama propicio solo para fijar posturas inflexibles
e incorruptibles.
En estos escenarios se fortalecen posiciones ideológicas y
metodológicas que fácilmente encuentran un encuadre intelectual histórico y un
posicionamiento geopolítico de estricta actualidad. Paralelamente se construyen
verdades de conjunto que evitan las posiciones individuales en el afán de no
debilitar las propuestas que desde cada espacio político se hace al ocasional soberano
decisor.
En definitiva, estos tiempos terminan por etiquetar a cada
uno de nosotros y nos deja asociados a un conjunto de definiciones cerradas que
muchas veces resulta un lastre pesado para quienes tenemos, como estrategia de
construcción, el debate continuo de ideas. Es así que en esta homogeneización coyuntural
quedamos presos de palabras ajenas y solo podemos permitirnos el juego de las interpretaciones
para dejar un intersticio por donde filtrar un debate bienintencionado futuro. Obviamente que los llamados "sapos" tienden a alejar a los que se exponen constantemente al debate constructivo y suelen preferir invisibilizarse en estos momentos de verborragia descontrolada de circunstanciales candidatos.
Por eso es que, en estas circunstancias, uno agradece
infinitamente cuando se logra tener representantes con coherencia intelectual.
Porque más allá de facilitar el trabajo militante de defensa de sus bondades con
fines electorales, uno tiene la tranquilidad de no poner en riesgo convicciones
ni banderas.
Tranquilidad intelectual, esto me ha dado esta época. Como
nunca antes puedo soportar la etiqueta con orgullo, puedo identificarme sin
pruritos.
Para lo que haya que enmendar, solucionar, limpiar e
inclusive quitar, acá estoy, yo en tanto parte de un proyecto.
Para los acuerdos futuros con los iguales de antes, acá estoy. Para las
discordias y luchas contra los disimiles de antes y de siempre, acá estoy.
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